EL PESCANTE

0
1276

En la Esquina Sur de Boedo y San Juan, dos amigos, un par de cafés y a recordar.
Allá por los setenta, dos jóvenes, futuros compadres en el pescante de un carro van por Constitución en busca del corralón.
Él es Beto, el otro soy yo. Él en la del cuore amarrada la rienda comanda a la yegua, yo acompaño, y la Nena, noble animal, tira sin aflojar en busca del descanso luego de un duro trajinar.
El camino es el mismo, el empedrado también, imagino al Barba con lápiz y papel, dibujando la letra que lo hará inmortal.

“Yunta oscura trotando en la noche. /Latigazo de alarde burlón. /Compadreando de gris sobre el coche /Por las piedras de Constitución…

Era el coche de la empresa de servicios Banchero, tirada por una yunta de ruanos, y desde el pescante una oscura figura falta de paciencia y de algo más, látigo en mano, imponía obediencia.
Pegado a la empresa, vecina de Garay y Danel, los ojos del poeta no dejaban de observar; carruajes tirados por caballos meta trote pasar y pasar.

En la zurda amarrada la rienda,/Amansó al colorao redomón. /Y, como él, se amansaron cien prendas /Bajo el freno de su pretensión…

Mientras, Beto, y yo cómodamente en el pescante desandábamos las piedras de Constitución, la yegua tiraba aliviada después de un largo trajinar. Recorrido que partió del corralón de Constitución 3120 a Castro y Tarija, luego enfilando a Villa Crespo o Barrio Norte, según el día, bancarse la estadía, volver a Boedo y terminar en su morada, en busca de la comida y descanso bien ganado, después de haber todo el día cinchado.
Entre Beto y la Nena se había creado una relación particular que ambos dos solo comprendían y así al son de un inaudible pedido del patrón la yegua amiga andaba, no necesitaba más, el látigo bien guardado, de pinta nomás.

Vamos /cargao con sombra y recuerdo. /Vamos /Atravesando el pasado. /Vamos
Al son de tu tranco lerdo / Vamos /Camino al tiempo olvidado. / Vamos por viejas rutinas, Tal vez de una esquina / Nos llame René. /Vamos que en sus aventuras /Viví una locura De amor y suissé.

Los años adolescentes pasaron, al igual que el sombrero que el amigo nunca usó, como la canción que jamás cantó. El carro ya pasó como el corralón. Pero cada tanto a Beto se le oye decir “Vamos Nena, mi amor”

Despintado el alón del sombrero /Ya ni silba la vieja canción,/Pues no quedan ni amor ni viajeros /Para el coche de su corazón” (El pescante. Tango 1934. Música: Sebastián Piana. Letra: Homero Manzi.)

Y la historia se completó con el aporte de la amiga Mirta Banchero:

“ Una noche, el corralón de la casa de Luis Laurino, (hombre de Boedo) Salcedo 3353 CABA, de adoquinado desparejo, se vistió de fiesta para protagonizar un hecho que la familia guarda entre sus recuerdos memorables, para avivarlo junto a la nostalgia que llora la historia escrita en las páginas del tiempo.
Con la presencia de Homero Manzi (quien a Luís lo llamaba cariñosamente Lucha), su secretario Ismael Ader, su guardaespaldas Roberto Sabelli, “el Loco Papa”, seguramente Sebastián Piana y muchos otros amigos y vecinos que no pudimos identificarlos, se llevó a cabo el pre-estreno del tango de Sebastián Piana y Homero Manzi “El Pescante”, que había obtenido el segundo premio en un concurso organizado por el teatro Sarmiento y que fue registrado en disco por primera vez en junio de 1934.
En teatral dramatización se abrieron las pesadas puertas del corralón para dar paso al carro cedido por don Lázaro Banchero, a quien Homero Manzi le dedicó este tango. En medio de aplausos y vivas se escuchó una voz varonil entonando… “Yunta oscura trotando en la noche/latigazo de alarde burlón/compadreando de gris sobre el coche/por las piedras de Constitución…”

Vamos Beto no arrugués, terminá el café, pues yo también me manco en el final del Pescante y La Nena amiga sin igual, chau boliche de Boedo y San Juan.